viernes, 29 de noviembre de 2013

Discurso completo de Shimon Peres en su homenaje

Estoy realmente emocionado, ver esta noche tantos amigos, muchos de ellos han estado a mi lado, y yo estuve junto a ellos. Juntos hicimos un largo camino y emocionante.
Yo sé que han venido aquí a Jerusalén, de todas partes del mundo, y desde diferentes puntos del país, para hacer tributo a mí, a nuestro pueblo al Estado de Israel y para el “tikun olam”, para tener un mundo mejor. Muchas Gracias.
(…) los capítulos de mi vida acompañan la historia de la creación y la construcción del Estado de Israel, se me dio el gran honor de servir para este Estado, de participar en la construcción de su fuerza, de perseguir la paz, que es el pilar de nuestras almas.
Las décadas en la que soy un hombre público, me enseñaron una moraleja central: para servir fielmente a tu pueblo, tienes que adherirte a ti una brújula ética, cuyos principios sean claros y precisos. Cuando llega la noche, hay que resumir los errores del día; cuando nace el sol, no hay que olvidar lo que soñamos durante la noche.
Aprendí que el sueño, es el principio de un mañana mejor. Esta es también la esencia del congreso que abrimos esta noche: convertir el sueño sobre el mañana en un programa para hoy.
De mi mamá Sara aprendí a amar a los libros, de mi padre Itzjak, aprendí a honrar el trabajo duro.
Mis padres creían que tanto la ignorancia como la vagancia, son pecados.
De Sonia, el amor de mi vida, aprendí el significado del amor. En sus ojos, un profundo amor, carente de amor propio, ella era toda amor al prójimo.
(…)
Envidiaba de Sonia su fuerza e inmunidad, su modestia. Juntos, con mucho amor, construimos nuestro tesoro compartido, tres hijos, ocho nietos y tres bisnietos. ( Para suerte de ellos, heredaron los genes de ella, no los míos).
Amigos, el camino de mi vida es el largo camino que va desde Vishneva, lugar donde nací, a Israel, lugar en el que viví como una persona joven y llena de sueños. Es el camino que se encuentra entre mi abuelo y David Ben Gurión, dos personalidades que me impregnaron el sello más profundo hasta hoy día.
Mi abuelo tan querido, el Rab. Tzví Meltzer, hombre de la Ieshivá “Slabodka”, fue asesinado por los nazis. Él me enseñaba “guemará” durante el día, y Tolstoi por las noches. El diseñó mi vida, cuando yo fui niño.
Por otro lado, David Ben Gurión, el fundador del Estado de Israel, de los judíos más grandes que he conocido. Él me enseñó la centralidad de la visión en el diseño de la realidad. Él siempre decía: la consideración ética es la consideración más inteligente de las consideraciones humanas. Él me enseñó que no hay cosa más responsable que tomar riesgos hoy, para obtener una oportunidad para el mañana. Su inteligencia política, firmeza corajuda, su capacidad para tomar decisiones difíciles, enfrentarse a ellas como una piedra, configuraron una realidad que parecía imposible de lograr, y que cambiaron las bases del pueblo judío.
Queridos amigos, en mi niñez, Israel era más leyenda que realidad. Ella surgió de un sueño, nació, y hoy es más grande que el sueño que fue.
Desde el caos del Holocausto, nos levantamos hacia las colinas, que están por encima de los límites que la historia conoció. No fue de la noche ala mañana, fue un largo y pesado camino lleno de sangre. Tuvimos que pasar siete guerras y nos enfrentamos a todas. Gracias al heroísmo de nuestros hijos e hijas, de nuestros soldados de Tzahal, y gracias a los padres que los educaron.
Juntamos diásporas de todos los extremos del mundo, y nos conformamos en un pueblo. Construimos una democracia vigorosa y una sociedad de múltiples matices. Construimos a Israel como centro mundial de alta tecnología, ciencia y creatividad. De una poco noble tierra, creamos oasis inspiradores. El Estado de Israel demostró siempre que la abundancia escondida en el hombre, descubre los tesoros escondidos en la tierra.
Yo amo este país. El aroma de los higos maduros en el árbol de mi jardín, me despierta cierta magia. Así también lo hacen las aguas de Río Jordán, y el silencio de las noches del desierto del Neguev.
En cada encuentro con ciudadanos a lo largo y a lo ancho del país, yo me enorgullezco por su fuerza, su capacidad, su espiritualidad, su fe, y su voluntad por dar.
Estoy enamorado de mi pueblo, que saben ser efervescentes y también temperamentales. A veces, sus palabras no son una demostración de diplomacia, pero a su vez, su inteligencia y creatividad, su valentía y su bondad, su generosidad y calidez, pueden derretir cualquier glaciar.
El israelí que insulta porque lo pasaste en la ruta no como se debe, es el mismo israelí que en el campo de batalla, estará listo a dar su alma para defender a su país, salvar su vida y la de los demás.
El trabajo, aún no ha terminado. Llegamos a la tierra prometida, ahora la tenemos que convertir en una tierra que prometa. En un estado ejemplar.
Israel es pequeña en territorio, pero puede ser grande en justicia e integridad, un país en el que ninguna persona este hambrienta de pan, un país en el que todos sus niños y niñas reciban una educación de calidad, desde la temprana infancia y durante toda su vida. Un país en el que gobierne la mayoría elegida, y sus minorías gocen de plenos derechos. Un país en el que haya lugar para diferentes ideas y no haya, y está prohibido que haya, lugar para cualquier tipo de discriminación: religiosa, nacional, étnica, o de género. Una sociedad que respete a sus más débiles, y que se preocupe por los extranjeros, por el huérfano y la viuda, por el anciano y por el enfermo. Un país de responsabilidad del uno por el otro, y tolerancia por el otro. Un país que no perdone la violencia, la corrupción, el vandalismo.
Estimado público, somos los hijos de un antiguo pueblo. Un pueblo que supo del sufrimiento y soportó el castigo, más que cualquier otro pueblo. Nos rebelamos ante la idolatría. Preferimos rezar a un solo Dios invisible, que clama por la justicia y la verdad, igualdad social y libertad.
Soy feliz de ser parte de un pueblo que no se conforma. La disconformidad es compromiso para reparar.
Yo miro desde el punto en donde empezamos, al alto lugar donde llegamos. Y pienso en mi corazón: ser optimista, es tan lógico, tan factible.
Yo creo que Israel puede seguir subiendo y creciendo, si toma las decisiones que se deben tomar.
Si nosotros aspiramos cierta e ingenuamente ser el pueblo elegido, un pueblo que da de sí, nosotros queremos paz con nuestros vecinos.
El ayer entre nosotros y los palestinos está lleno de tristeza. Yo creo que Israel del mañana y Palestina del mañana, pueden dar a nuestros hijos luz y esperanza.
El avance de la paz completará el camino de Israel hacia su visión básica, que es un estado ejemplar, ético y fructífero. Un país que vive en paz y seguridad dentro de su casa y con sus vecinos.
Estimados amigos, a veces en tu niñez escuchas una frase que queda en tu corazón, y que te acompaña todos los días de tu vida. Así, durante mi niñez, le preguntaba a mi querido abuelo Rab Tzvi Meltzer, ¿cuál es la frase correcta para que el hombre lleve consigo en su corazón? Y él cito en mi oído del libro de Salmos (Tehilim), Capítulo 34: “¿Quién es el hombre que ama la vida, deseoso de días para gozar de bienes? Guarda tu lengua del mal, tus labios de decir mentira; apártate del mal y obra el bien, busca y persigue la paz”.
Recemos juntos para un mañana de paz para todos los pueblos, para todos los jóvenes, para el futuro de nuestros hijos.
Les agradezco a todos con amor y optimismo.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Carta a la vida de Gabriel García Marquez

Gabriel García Márquez se ha retirado de la vida pública por razones de Salud: cáncer linfático. Ahora, parece, que es cada vez más grave. Ha enviado una carta de despedida a sus amigos. Les recomiendo su lectura, porque es verdaderamente conmovedor este corto texto escrito por uno de los latinoamericanos más brillantes de los últimos tiempos. Dice así: “Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres…. He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”, “por favor” , “gracias” y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan." Gabriel García Márquez

domingo, 11 de agosto de 2013

Poema de Pablo Neruda.....



Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.

Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.

viernes, 9 de agosto de 2013

La Ley del Espejo de Yoshinori Naguchi



Eiko Akiyama, un ama de casa que cumplirá 41 años, estaba preocupada.
Su hijo Yuta, de 5° de primaria, es maltratado en el colegio por sus compañeros.
Aunque diga que lo maltratan parece ser que no llegan a golpearle. Lo más habitual es que los compañeros le ignoren o que le acusen de cualquier problema que surja.
«No me maltratan», insiste Yuta, pero a Eiko le duele en el alma ver a su hijo tan solo y triste.
A Yuta le gusta el béisbol, pero sus compañeros no le invitan a jugar; así que, al regresar del colegio, se va solo al parque a jugar a pelota contra la pared.
Hace unos dos años, hubo un tiempo que Yuta jugaba a béisbol con los amigos. Durante esa época, Eiko le había visto jugar en el patio del colegio a la vuelta de la compra.
Pero Yuta cometió un error durante un partido y le culparon mucho. Los compañeros de equipo le acusaron a gritos sin piedad:
«¡Tus reflejos son demasiado lentos!»
«¡Por tu culpa hemos perdido 3 puntos!»
«¡Si perdemos es culpa tuya!»
Eiko pensó: «Es cierto que las habilidades deportivas de Yuta no son excelentes, pero tiene también sus virtudes. Con lo buen chico que es.„».
Lo que más la hería era que no dieran ningún valor a las virtudes de su hijo. Y le fue muy duro ver cómo Yuta aguantaba los terribles comentarios de los compañeros de equipo mientras se disculpaba con una sonrisa.
A partir de ese incidente dejaron de invitarle para jugar a béisbol.
—Tú no puedes jugar con nosotros porque nos haces perder —le dijeron.
Parece ser que para Yuta lo más duro era que ya no le invitaran nunca a jugar a béisbol. Y además esto se hizo notar en un considerable aumento de malas caras y enfrentamientos con Eiko.
Pero Yuta no quería hablar con su madre de sus problemas ni de la soledad. Insistía en lo de «Yo no tengo ningún problema ».
Para Eiko lo más duro era que Yuta no le abriera su corazón. Aunque ella intentara enseñarle el «buen modo de relacionarse con los amigos », él sólo le decía: «¡No me des la lata!»,
«¡Déjame en paz!».
A la mañana siguiente Eiko decidió que llamaría a alguien. Llamaría a Yaguchi, un conocido de su marido.
Eiko no había hablado nunca con Yaguchi, pero tenía la tarjeta de visita que le había dado su esposo.
Yaguchi había practicado kendo en el mismo gimnasio que su marido durante los años de instituto. Se encontraron por la calle por casualidad después de veinte años sin verse.
Hacía mucho que no se veían, así que se emocionaron mucho y decidieron entrar en una cafetería, donde estuvieron charlando varias horas. Yaguchi trabaja como asesor de empresas.
Según su marido, Yaguchi sabe mucho de psicología y es muy bueno solucionando problemas de empresas y personales. Parece que su marido le comentó por encima los problemas de Yuta y dijo: «Quizá pueda ayudarte», y le pasó su tarjeta.
Ese día su marido le dio la tarjeta mientras decía:
—Si quieres, llámale, yo ya le he hablado un poco del tema.
—¿Por qué tengo que hablar con alguien que no conozco? ¿No es mejor que seas tú quien le pida consejo?
—Yo es de ti de quien estoy preocupado. Te pasas el día preocupada por Yuta; así que se lo comenté a Yaguchi.
Y cuando le sugirió cambiar de colegio le replicó: «¡Si me cambiáis nunca os lo perdonaré! ».
Eiko se sentía inútil y miserable al pensar que no podía hacer nada para solucionar los problemas de su hijo.
Un día, después del colegio, Yuta fue al parque, como era habitual, pero regresó enseguida y de muy mal humor.
Aunque le preguntara qué había pasado, sólo contestaba: «Nada».
El misterio lo resolvió pronto una llamada de teléfono. Esa noche una amiga del barrio le llamó.
—Eiko, ¿Te ha dicho algo Yuta?
—¿Sobre qué? No.
—Esta tarde fui a los columpios con mi hijo. Yuta llegó, y como siempre empezó a jugar a pelota contra la pared. Entonces llegaron 7 u 8 niños de su clase y gritaron: «¡Lárgate que vamos a jugar a béisbol y molestas!»; y uno de ellos le ha golpeado con el balón. Yuta se ha marchado enseguida. Lo siento mucho porque yo no he podido hacer nada.
Eiko se quedó atónita.
«¿Por qué no me ha dicho nada...?»
Le entristecía mucho que no le dijera nada a pesar de sufrir una experiencia tan desagradable.
Esa noche no tuvo ánimos ni de intentar hacer hablar de nuevo a su hijo.
—¿Qué me quieres decir, que yo tengo un problema? ¡Es natural que esté preocupada! ¡Soy su madre! Tú te pasas el día en el camión y por esto estás tan tranquilo. Quien está realmente educando a Yuta soy yo. Tú no quieres ni compartir conmigo la preocupación. No tengo la intención de hablarlo con este hombre. Estoy segura de que no tiene ni idea de cómo educar a un niño.
Acto seguido Eiko tiró la tarjeta sobre la mesa.
Una semana después Eiko estaba completamente hundida y dispuesta a agarrarse a un clavo ardiendo. La noche anterior había recibido la llamada de la amiga contando lo que había ocurrido en el parque.
«Ya estoy harta de sufrir. Necesito ayuda, sea de quien sea», pensó y enseguida se acordó de Yaguchi. Por suerte encontró su tarjeta.
Aproximadamente una hora después de salir Yuta hacia el colegio, se armó de valor y le llamó.
En ese momento Eiko no podía ni imaginarse todo lo que estaba a punto de suceder ese día.
La recepcionista respondió y enseguida le pasó al señor Yaguchi.
Aunque Eiko sólo había dejado dicho su nombre, la voz de Yaguchi por teléfono sonó muy agradable, y eso le hizo dudar: «¿Ya está bien que le cuente mis problemas ?».
Se quedó sin saber qué decir, pero entonces Yaguchi empezó a hablar.
—¿No es usted la mujer de Akiyama?
—Si, así es.
—Mucho gusto en conocerla.
—Mmm... mi marido ya se lo comentó, ¿no?
—Sí, me lo contó un poco. Me dijo que usted está preocupada por su hijo...
—¿Le parece bien si se lo comento?
—Tengo aproximadamente una hora libre, así que, si lo desea, me lo puede contar ahora.
Eiko le explicó brevemente que a su hijo le maltrataban, le ignoraban... Y también lo que había ocurrido el día anterior.
Después de escucharla Yaguchi le dijo:
—Esto es bastante difícil. Para una madre no hay nada peor, ¿cierto ?
Al oír esto a Eiko se le llenaron los ojos de lágrimas.
Yaguchi se dio cuenta de que Eiko estaba llorando, así que esperó a que se calmara para decir:
—Eiko, si realmente desea solucionarlo entonces sí que es posible encontrar una salida que lleve a la solución.
Eiko no podía creerse lo de «encontrar una salida ». Ella lo había estado intentando durante años. Aun así, deseaba firmemente que las palabras de Yaguchi fueran ciertas.
—Estoy dispuesta a hacer lo que sea para solucionarlo. Estoy decidida. ¿Qué tengo que hacer ?
—Bueno, esto es lo que buscaremos. Primero, lo que está claro es que usted siente rencor hacia alguien que le es próximo.
—¿Cómo? «Qué quiere decir?
—Quizá esté yendo demasiado deprisa. Sería mejor que le explicara la teoría, pero en ese caso necesito tiempo y ahora no lo tengo. Así que empezaré a explicárselo desde la conclusión.
Lo que voy a decirle ahora tiene fundamentos teóricos; después ya le pasaré algunos libros que puede consultar. Pues bien, la conclusión es que el hecho de que usted esté preocupada porque su amado hijo está siendo culpado por otros se debe a que usted no le agradece a alguien lo que debería agradecerle, y que además continúa culpándole.
—¿Qué relación tienen los maltratos de mi hijo en el colegio con mi situación personal? A mí todo esto me suena un poco a religión.
—No es raro que piense así. Al fin y al cabo, lo que nos enseñan en el colegio siempre se centra en la ciencia física, en lo que puede verse con los ojos. Yo le estoy hablando de una ley descubierta en psicología hace ya bastantes años.
Quizá le sea más fácil entenderlo si piensa que es lo mismo que se dice en muchas religiones. Aunque yo no creo en ninguna religión.
—Cuénteme esta ley de la psicología.
—Los acontecimientos que ocurren en la realidad son el «resultado». Cada «resultado» siempre tiene una «causa». Y esta causa se halla en su interior. Es decir, debe saber que la realidad de su vida es el espejo que refleja su interior. Por ejemplo, cuando se mira en el espejo se da cuenta de «¡Ah! Me he despeinado» o de «Hoy tengo mal color». ¿Verdad que sin espejo uno no puede verse a sí mismo? Considere que la vida es como un espejo. Gracias al espejo que es la vida podemos darnos cuenta de la propia persona y tenemos la oportunidad de cambiar. La vida está hecha para permitir desarrollarnos hasta donde sea.
—¿Qué reflejan mis preocupaciones sobre mí?
—El resultado de lo que le está ocurriendo a usted es: «Mi querido hijo tiene problemas debido a que alguien le culpa». Una posible causa es que «usted está culpando a alguien a quien debería querer». ¿No es cierto que usted culpa a alguien, a alguien cercano, a quien debería estar agradecida por algo? Por ejemplo, ¿qué tal la persona más cercana, su marido?
—Yo le estoy agradecida a mi marido. Gracias a su trabajo como camionero podemos comer.
—Esto es muy importante. Así pues, ¿usted valora mucho a su marido ? ¿Le respeta?
A Eiko le sorprendió oír la palabra «respeto». Desde hacía algún tiempo a veces lo menospreciaba.
A Eiko su marido, de carácter optimista, le parecía «poco sensible». Además, lo encontraba «inculto».
Ella se había licenciado en una carrera universitaria mientras que su marido sólo había acabado el instituto. No sólo eso, sino que además hablaba tosco y únicamente leía revistas. Eiko, cuyo hobby era la lectura, pensaba que no quería que Yuta fuera como su padre.
Y esto también se lo dijo al señor Yaguchi.
—¿Usted cree que «el valor de una persona depende de su educación, sus conocimientos y su sensibilidad» ?
—No, no lo creo. Creo que cada uno tiene sus puntos fuertes y sus habilidades.
—¿Entonces por qué debe ser que cuando se trata de su marido, lo menosprecia a partir de su «falta de educación»?
—Mmm... Me estoy contradiciendo, ¿verdad?
—¿Qué tal es la relación con su marido?
—Las cosas que hace y dice me sacan de quicio. Incluso a veces nos peleamos.
—Y respecto al problema con Yuta, ¿cómo le va con su marido?
—Me lamento con mi marido de los maltratos que recibe Yuta en el colegio, pero como, diga lo que me diga, no me parecerá bien, de hecho todavía no lo hemos discutido seriamente. Me temo que mi marido es del tipo de persona que más me cuesta aceptar.
—Entiendo. Creo que hay otra causa que es la fundamental. Antes de conseguir que acepte a su marido será necesario solucionarla.
—¿Una causa fundamental?
—Sí. Ante todo es necesario que encontremos la causa básica que impide que pueda aceptar a su marido. Permita que le pregunte, ¿usted le está agradecida a su padre?
—¿A mi padre? Pues claro que le estoy agradecida...
—Pero, en el fondo, ¿no siente «No se lo puedo perdonar»?
A Eiko, eso de «no se lo puedo perdonar» la impactó. Pensó: «De hecho, quizá todavía no haya perdonado a mi padre ».
Por ser su padre le estaba agradecida, pero no conseguía que le cayera bien.
Desde que se casó, pasaba cada año las vacaciones de Fin de Año y de verano con la familia en casa de sus padres. Sin embargo, la única conversación que solía tener con su padre eran las cuatro palabras de saludo al llegar y al marcharse.
Pensándolo bien, desde que entró en el instituto sólo trataba a su padre como si fuera un desconocido.
—Creo que no he perdonado a mi padre. Y no estoy segura de poder hacerlo.
—Ya veo. No parece que pueda llegar a perdonarle. Aun así, ¿quiere por lo menos intentarlo?
—«Es realmente cierto que la causa de mis preocupaciones está relacionada con mi padre y con mi marido?
—Esto creo que lo verá cuando lo intente.
—De acuerdo. Dígame lo que tengo que hacer.
—Muy bien. Haga primero lo que le voy a decir. Escriba en un papel todo aquello sobre su padre que le hace sentir que no le puede perdonar. Escriba todo lo que desee, aunque sea un texto lleno de enfado. Puede escribir incluso: «No lo soporto», «Imbécil», «Idiota», etc. Si recuerda algún incidente en concreto escríbalo también y añada además: «En ese momento yo me sentía de tal modo». Escriba todo lo que la hería y que no soportaba. Escriba sin piedad. Exprese sus sentimientos. Escriba hasta que se sienta satisfecha. Cuando le parezca que ya es suficiente, llámeme. Le doy también el número de mi móvil.
Eiko dudaba de que aquello sirviera para solucionar los problemas de Yuta. Pero pensó que era mejor intentarlo que dudar y no hacer nada. Pensó; «Si sirve para solucionar el problema haré lo que sea».
Además» aunque no comprendía en que se basaba lo que decía Yaguchi, percibía un extraño poder convincente.
Eiko colgó el teléfono, cogió una hoja de papel y empezó a escribir todo lo que se le ocurría sobre su padre.
Cuando era pequeña, mi padre siempre lo criticaba todo. La hora de cenar a menudo se convertía en la hora de los sermones,, Además, era un padre que enseguida se enfadaba por todo y que gritaba cuando no hacíamos lo que él esperaba.
A menudo pensaba que mi padre no tenía ningún interés por lo que yo sentía.
No soportaba cuando se quejaba del trabajo después de beber.
Mi padre era director de obra de una constructora y regresaba a casa con la ropa sucia de tierra y barro y y a menudo se sentaba a comer sin cambiarse de ropa, y esto tampoco me gustaba nada.
Eiko continuó escribiendo.
Cuando se dio cuenta ya había escrito muchas palabras bastante fuertes hacia su padre: «¡nhumano! », «¡Como padre eres un incompetente! », etc.
También se acordó de cierto incidente en el instituto:
Cuando iba al instituto, un domingo salí con un chico de la clase, una cita. Mientras caminábamos por la calle mi padre nos vio por casualidad, De vuelta a casa me hizo un interrogatorio y un sermón.
Había mentido a mis padres diciendo que salía con una amiga y mi padre no me lo perdonaba.
Todavía recuerdo las palabras de mi padre:
—Así es como tratas a tus padres? ¿De forma mezquina y mintiendo? ¡No harás nada bueno en la vida!
Mientras lo recordaba le saltaron las lágrimas por el disgusto. También plasmó ese enfado en el papel.
Tienes ese carácter que hace que te apetezca mentir, ¿Es que no ves que es por tu culpa? Además, eso de «¡No harás nada bueno en la vida!» ¿No te
parecen unas palabras horribles? ¡No tienes ni idea de lo mucho que me heriste! ¡Eres tú quien no es un buen padre! A partir de ese día dejé de hablar seriamente contigo. ¡Quien mal anda, mal acaba!
Mientras escribía no dejó de llorar.
En cuanto se dio cuenta ya eran más de las doce del mediodía. Se había pasado más de dos horas escribiendo.
Una decena de hojas llenas de ira. Bien por haber estado escribiendo sin piedad, o por haber estado desahogándose llorando, lo cierto es que se sentía bastante aliviada.
Pasada la una Eiko llamó a Yaguchi.
—¿Ya ha escrito lo que sentía?
—Sí, ya he escrito todos mis sentimientos. He llorado mucho y ahora me siento un poco mejor.
—¿Está preparada para perdonar a su padre?
—Si tengo que decirle la verdad, quizá no esté todavía a punto. Pero pienso intentar hacer todo lo que pueda. Si pudiese perdonarle, me gustaría hacerlo, y así quizá me sentiría más aliviada.
—Pues venga, intentémoslo. Perdonar a su padre es sólo para usted misma, para nadie más.
Prepare una hoja de papel y escriba el siguiente título: Qué le puedo agradecer a mi padre. Si se tratara de dar gracias a su padre, ¿qué le agradecería?
—Bueno, pues sobre todo el hecho de trabajar y criarme. Gracias al dinero por su trabajo, la familia podía comer y yo pude crecer.
—Escriba esto en el papel. ¿Algo más?
—Mmm... De niña me llevaba a menudo al parque y jugábamos juntos.
—Escríbalo también. ¿Algo más?
—Más o menos ya está.
—Bien, entonces prepare otra hoja. Escriba el título: De qué quiero disculparme con mi padre.
¿Hay algo de lo que le gustaría disculparse?
—Ahora no se me ocurre nada en especial, pero si tengo que decirle algo: quizá en el fondo continúo sintiendo antipatía por él. Pero no siento de corazón que quiera disculparme por esto.
—Aunque no lo sienta realmente no importa.
Para empezar, simularemos que lo siente. De momento escriba lo que me acaba de decir.
—Ya lo he escrito. Cuando dice que lo simularemos, ¿qué quiere decir?
—Lo que tiene que hacer a partir de ahora requiere mucho valor. De hecho, probablemente se trate de la situación que implica tener más valor de toda su vida. Lo que voy a sugerirle ahora seguramente será lo que le haga sentir más resistencia. Usted decide si quiere hacerlo o no.
Llame a su padre y dígale las palabras de agradecimiento y de disculpa. Si no le sale de dentro, puede transmitirle sólo las frases que ha preparado. También puede leerle lo que ha escrito en las hojas tituladas Qué le puedo agradecer a mi padre y De qué quiero disculparme a mi padre. Después de decirlo, si lo desea, puede colgar enseguida el teléfono. ¿Quiere intentarlo?
—Ciertamente esto no puedo hacerlo a no ser que reúna más valor del que he utilizado en toda mi vida hasta hoy. Pero si hacer esto sirve para resolver mi problema creo que vale la pena intentarlo. Aunque sea difícil.
—Decida usted misma si lo hace o no. Yo creo que vale la pena. Bueno, ahora estoy ocupado, así que, si me disculpa, me despediré de usted. Si lo hace, dígamelo y avanzaremos hacia el paso siguiente.
A Eiko lo que le ayudó fue eso de «simularemos que lo siente». No conseguía sentir realmente que quisiera «disculparse». Como que «el malo es mi padre», era absurdo que fuera ella quien se disculpara. Pero si se trataba de simplemente leer un texto quizá sí que pudiera. Así que, sin lugar a dudas, lo mejor sería intentarlo.
A Eiko le entraron poco a poco ganas de llamar. Se le hacía muy extraño sentir que deseaba llamar.
Si no fuera por las circunstancias del momento, seguramente Eiko no habría hablado jamás por teléfono con su padre.
De recién casada, un día que telefoneó a casa se puso su padre, y enseguida dijo; «Soy yo. ¿Me pasas con mamá?».
Desde entonces, sólo con decir «Soy yo», su padre llamaba enseguida a su madre: «¡Eiko está al teléfono!». Su padre ya se había dado cuenta de que Eiko no tenía nada que decirle a él.
Pero ese día sí iba a hablar por teléfono con su padre.
«Cuanto más dude, más difícil se me hará llamar », pensó Eiko. Así que decidió llamar enseguida.
Su madre respondió al teléfono.
-¡Eiko! ¿Qué tal estás?
-Bien. Normal... ¿Está papá?
-¿Cómo? ¿Papá? ¿Quieres hablar con papá?
—Mmm... Sí. Un poco.
—Esto sí que es raro. ¿Por qué quieres hablar con él?
—¿Qué? Bueno. Es algo un poco raro y difícil de explicar. ¿Me lo pasas?
—Claro. Un momento
.
Durante los escasos segundos que tardó su padre en llegar, el nerviosismo de Eiko superó todos los niveles.
Hasta entonces, su padre siempre le había desagradado. Se había negado a abrirle el corazón.
Y ahora era necesario darle las gracias y disculparse. Si lo pensaba fríamente, eso era imposible de hacer.
Pero debido a que Eiko sufría por Yuta, y este sufrimiento era muy serio, era capaz de hacer algo que en circunstancias normales no hubiera podido.
Si existía algún modo de liberarse de esa preocupación, haría lo que fuera, aunque se tratara de agarrarse a un clavo ardiente.
Este pensamiento fue lo que dirigió a Eiko hacia lo que estaba a punto de hacer.
Su padre se puso al teléfono.
Sí? ¿Qué quieres?
Eiko empezó a hablar con un ataque de pánico, casi sin saber ni lo que estaba diciendo.
-Mmm... Pues... Nunca te lo había dicho hasta ahora, pero he pensado que era mejor decírtelo, y por eso he llamado... Pues, papá, creo que tu trabajo en la obra debía ser bastante duro. Gracias a tu trabajo y a tu esfuerzo me criasteis. Y, de pequeña, ¿verdad que me habías llevado al parque? Quiero decir que hasta ahora nunca te había dicho que «es de agradecer», ni te he mostrado mi gratitud. Y por esto he pensado que por una vez te lo quisiera decir adecuadamente... Además, no me caías bien, y de esto también querría disculparme.
No fue capaz de decir «gracias» adecuadamente, ni tampoco «lo siento».
Pero de algún modo pudo transmitir lo que tenía que decir.
«Colgaré después de escuchar lo que tiene que decirme mi padre». Esto es lo que había planeado. Pero su padre no decía nada.
Justo después de pensar: “Si no dices nada, ¿no ves que no puedo colgar?”, lo que oyó fue la voz de su madre.
—Eiko, ¿pero qué le has dicho a papá?
-¿Qué?
—¡Pero qué cosa tan horrible le debes haber dicho!
¿No te das cuenta de que está llorando?
Se empezaron a oír los sollozos de su padre al otro lado del teléfono.
…. de la sorpresa, Eiko se quedó atónita.
Hasta ese día no había oído nunca llorar a su padre.
¡Con lo fuerte que era! ¡Y ahora le oía sollozar!
Ella le había transmitido su agradecimiento únicamente simulando que lo sentía, y ahora resultaba que su padre, quien siempre había mostrado fortaleza, estaba sollozando.
AI escuchar el llanto de su padre, a Eiko también le saltaron las lágrimas.
Su padre deseaba quererla mucho más. Ahora veía que él también deseaba tener muchas charlas con su hija.
Pero durante todo este tiempo ella le había negado su amor.
Su padre estaba triste.
El que era fuerte para poder resistir todo lo que fuera necesario en la obra, estaba ahora llorando a lágrima viva.
Así de duro había sido para él no poder transmitir su amor a su propia hija.
Las lágrimas de Eiko también se convirtieron en un sollozo.
Un rato después se volvió a escuchar la voz de la madre.
—¿Eiko? ¿Te has calmado un poco? ¿Me lo cuentas?
—Mamá, por favor, ¿puedes pasarme otra vez a papá?
* El padre cogió el auricular. La voz le temblaba por el llanto.
*Eiko, perdóname. Yo no he sido un buen padre para ti. Te hice pasar muchos malos ratos.
Se volvieron a escuchar sollozos.
— Papá, perdóname. Soy yo quien ha sido una mala hija. Además, gracias por criarme.
La voz de Eiko también desapareció entre los sollozos.
Un rato después se volvió a escuchar la voz de la madre:
—¿Pero qué ha pasado? Bueno, cuando te calmes me lo explicas. De momento cuelgo.
Después de colgar el teléfono Eiko se quedó todavía un rato pasmada.
Había estado odiando a su padre durante más de veinte años. Nunca había podido perdonarle. Pensaba que ella era la única víctima.
Sólo veía a su padre desde un punto de vista y nunca había intentado verlo desde otra perspectiva. No había visto el amor de su padre, las debilidades de su padre, la torpeza de su padre. Qué experiencia más amarga debía de haber sufrido hasta entonces. Qué experiencia más amarga le había hecho sufrir ella a su padre.
Entonces por la cabeza le pasaron varios pensamientos.
Y también le brotó el sentimiento de agradecimiento hacia su padre.
Entonces finalmente comprendía el significado de las palabras de Yaguchi al decir: «De momento simularemos que lo siente. El sentimiento ya le saldrá más adelante».
* Cuando acababa de pensar que Yuta llegaría al cabo de una hora, sonó el teléfono.
• Era Yaguchi.
—Hola. Soy Yaguchi. Ahora tengo libres unos 40 ó 50 minutos, y por eso le he llamado. Antes tenía trabajo y me ha dado la impresión de que he cortado a media conversación.
—La verdad es que he llamado a mi padre. Y me alegro mucho de haberlo hecho. Muchas gracias. Tengo que agradecérselo a usted.
Eiko le contó brevemente la conversación.
—¿Sí? Me alegro que tuviera valor y lo haya hecho.
—Yo creía que los maltratos de Yuta en el colegio eran el mayor problema, pero no haber perdonado a mi padre durante tantos años me da la sensación de que era un problema todavía mayor. Ahora pienso que gracias al problema de mi hijo he podido hacer las paces con mi padre, e incluso siento que me alegro del problema de Yuta.
—Veo que ahora puede aceptar la preocupación por Yuta de forma constructiva y hasta este punto. Existe lo que se llama la «ley de lo inevitable». Y si se estudia, se puede ver lo siguiente: de hecho, todos los problemas que surgen en la vida ocurren para hacernos dar cuenta de algo importante. Es decir, que no suceden por casualidad; pasa inevitablemente lo que debe pasar. Es decir, nunca nos pasa nada que no podamos solucionar. Todos los problemas que nos aparecen existen porque nosotros los podemos resolver, y si nos ponemos en ellos positivamente y con amor, después y sin ninguna duda nos reportarán algún beneficio que nos hará decir: «Me alegro de haber tenido ese problema, gracias al cual...».
—Así parece. Pero lo que aún me preocupa es que el problema de Yuta sigue sin solucionarse.
—Así pues, ¿usted todavía cree que el problema de Yuta continúa sin resolverse en absoluto? Quizá ya haya dado un gran paso adelante hacia la
solución. Porque en el mundo de los sentimientos todo está entrelazado. Si se resuelve la causa, el resultado también tiene que cambiar.
—¿Realmente es verdad que el problema de Yuta se solucionará?
—Yo creo que esto depende de usted. Venga, ahora es el momento de poner un poco de orden. Para usted lo más duro es que Yuta no le abre el corazón. Usted dice que, como madre, lamenta mucho y le es muy duro no poder hacer nada. Además, no desea tener que sentir más este dolor.
—Sí, así es. No me cuenta que le maltratan. Yo le quiero ayudar pero me rechaza diciendo: «Déjame en paz». Me siento impotente. A pesar de comprender la pena de su hijo, no hay nada más duro para una madre que no poder hacer nada.
—Realmente es difícil. Por cierto, ya debe saber quién ha estado sufriendo este mismo dolor.
—¿Qué? ¿Quién...?
En ese momento Eiko pensó en su padre. Sí. Esa pena insoportable debía ser la misma pena que su padre había tenido que aguantar durante tantos años.
La pena por una hija que no le abría el corazón. La pena por una hija que le rechazaba. La pena de no poder hacer nada como padre...
Era la misma pena que tenía ella. ¿Su padre había tenido que soportar eso durante más de veinte años ?
Una lágrima rodó por su mejilla.
—Ya lo entiendo. Yo he estado sufriendo lo mismo que sufría mi padre. Él lo pasaba igual de mal. También comprendo por qué ha llorado.
—Los problemas que nos surgen en la vida, aparecen para hacernos ver algo que es importante para nosotros.
—Ahora me doy cuenta de nuevo de lo que ha sufrido mi padre. Creo que me he dado cuenta de ello gracias a Yuta. Gracias a que Yuta no me abre el corazón...
—Su hijo, su padre y usted misma están unidos en el fondo del corazón. La postura que usted toma hacia su padre es la misma que la que Yuta ha tomado hacia usted. Gracias a esto usted ha podido darse cuenta.
—Ahora siento que quiero agradecérselo a Yuta. Quiero decirle: «Gracias por hacerme comprender algo tan importante». En el fondo, hasta ahora lo culpaba. «¿Por qué no quieres hablar con tu madre?»
—¿Puede ahora entender lo que siente su hijo?
—¡Sí! De niña no soportaba a mi padre porque era un pesado. No soportaba que quisiera opinar sobre todo. Visto desde ahora, supongo que eso también procedía de su amor, pero en esa época era insoportable. Creo que ahora Yuta piensa lo mismo. Mi amor opresivo le carga demasiado.
—Cuando usted era pequeña, ¿qué tipo de padre deseaba?
—Quería que confiara en mí. Deseaba que me tuviera confianza. Que pensara: «Es Eiko, todo irá bien». Creo que yo tampoco confío en Yuta. Pienso: «Si yo no le ayudo, no sabrá apañárselas », Y por esto intento sonsacarle y le hago sermones... Me gustaría confiar más en él.
—Ahora usted es capaz de entender lo que ha sufrido su padre y lo que está sufriendo Yuta. Centrémonos ahora en su marido. ¿Se acuerda de que esta mañana cuando me ha llamado, le dije que la causa por la que su hijo Yuta es culpado es que usted está culpando a alguien cercano?
—Sí, me acuerdo. Y yo le he dicho que me era imposible respetar a mi marido.
—Pues bien, ¿podría volver a explicarme qué siente hacia su marido?
—No puedo evitar pensar que «es un inculto », que «tiene poca sensibilidad», etc.
A pesar de que yo estoy tan preocupada por Yuta, él, sin ningún fundamento, es optimista.
Yo me lamento, pero hablar seriamente del tema todavía no lo hemos hecho. De todas maneras tampoco podría aceptar lo que me dijera.
Mientras hablaba Eiko se dio cuenta de que la postura que había tomado hacia su marido se parecía a la que había tomado hacia su adre.
—Se parece a la postura que había tomado hacia mi padre, ¿no?
—Sí, así es. A menudo, en el caso de las mujeres, la postura que toman hacia su padre se refleja en la postura que toman hacia su marido. Por cierto, por lo que me ha dicho, deduzco que su marido confía en Yuta, ¿cierto?
—Sí, así es. ¡Ah, yo debería aprender de mi marido! Parece que Yuta cuenta bastante lo que piensa a su padre. Confía en él y por eso Yuta le abre el corazón, ¿no? Yo no me he dado cuenta de las virtudes de mi marido.
—Entiendo. Así es como usted se sentía. Bueno, ahora le mandaré deberes. Usted decide si quiere hacerlos o no. Antes ha preparado dos hojas tituladas
Qué le puedo agradecer a mi padre y De qué quiero disculparme con mi padre. Añada a esas hojas todo lo que puede agradecerle y todo aquello de lo que quiere disculparse. Escriba todo lo que pueda. Puede utilizar tantas hojas como le hagan falta. Cuando termine prepare otra hoja. Escriba el título: Cómo me hubiera gustado tratarme con mi padre. Esto no lo escribirá para arrepentirse de la relación pasada con su padre, sino que servirá para hallar pistas de cómo relacionarse con su marido. Algo más, por la noche, cuando Yuta esté dormido, mírele al rostro y musite «gracias» cien veces. ¿Qué le parece? ¿Lo quiere hacer?
—Sí, sin ninguna duda.
Poco después de colgar el teléfono Yuta llegó a casa.
Tiró la cartera a la entrada y como siempre cogió el guante y la pelota de béisbol y salió hacia el parque.
Eiko se preocupó muchísimo. «¿Hoy vuelve allí a pesar de que ayer los compañeros lo echaron?»
Sin embargo, para distraerse de la preocupación Eiko se dedicó a hacer los deberes.
Recordaba muchas cosas que podía agradecer a su padre.
Qué le puedo agradecer a mi padre
• Mantener a la familia trabajando en el duro empleo de director de obra.
• De niña, cuando en ocasiones había tenido mucha fiebre me había
acompañado en coche a urgencias (para mi padre, cuyo trabajo requería
mucho esfuerzo físico, seguro que salir a medianoche le resultaba agotador).
• De pequeña me llevaba a menudo al río y al mar. Me enseñó a nadar.
• De pequeña me gustaba el melón, y cada año por mi cumpleaños compraba
un melón antes de llegar a casa.
• Durante una temporada, una niña del vecindario me maltrataba y mi padre
fue a quejarse a su casa.
• Estudié en una universidad privada, y me pagó las tasas de matrícula sin
quejarse (para la economía familiar de esa época seguro que fue una gran
carga).
Cuando encontré mi primer trabajo encargó una bandeja de sushi para
celebrarlo (era una bandeja de sushi muy lujosa). Ese día dije: «El sushi no
me gusta », y no comí. Mi padre se quedó muy abatido.
• Abrieron una cuenta en el banco para cada uno de los hermanos.«Para una
eventual emergencia» y cada mes, aunque fuera poco, nos ingresaban algo
de dinero (el día antes de casarme mi padre me los quería dar pero yo le
dije: «No quiero pasearlos por la calle, así que ingrésamelos en mi cuenta »,
y no los cogí).
Qué le puedo agradecer a mi padre y De qué quiero disculparme con mi padre le venían a la cabeza mezclados.
Mientras escribía Qué le puedo agradecer a mi padre y De qué quiero disculparme con mi padre le saltaron las lágrimas.
«Me quería mucho. A pesar de que yo lo rechazara, él continuaba queriéndome. Como yo no podía dejar de lado el sentimiento de que no tenía perdón, no me di cuenta de su amor. Además, a pesar de ser tan querida, yo no le he dado nada a mi padre. Casi no he hecho nada por él como hija.»
También se dio cuenta que de hecho no daba valor al trabajo de su padre. Pensaba que un director de obra era de «poca categoría» y «nada intelectual». Aunque fue gracias al trabajo continuado de su padre que pudo graduarse en la universidad. Por primera vez se dio cuenta. Comenzaba a sentir agradecimiento y respeto por su padre.
Pensaba que el trabajo de su marido tenía una imagen «poco intelectual». La imagen asociada al sentimiento de rechazo por la «incultura» de su marido era exactamente igual a la imagen que tenía de su padre. Seguro que había muchísimas cosas que debería agradecerle a su marido.
Mientras pensaba en todo esto preparó la hoja titulada: Cómo me hubiera gustado tratarme con mi padre. Escribió lo siguiente.
Cómo me hubiera gustado tratarme con mi padre
• Darme cuenta del amor implícito en sus actos. Igual que yo soy imperfecta,
comprendo que mi padre también es imperfecto y torpe.
• Agradecer «lo que hace por mí».
• No solamente ser querida, sino también querer (hacer algo que le haga feliz).
• Transmitir mi desacuerdo en lo que me disgusta y construir una relación
agradable para los dos.
Pensó que era exactamente así como debía tratar a su marido.
«Un marido que trabaja para mí. El marido que es mi compañero en la vida. He olvidado agradecerle todo lo que hace por mí.»
Quizá ésta fuera la primera vez que pensaba francamente en su marido.
«Esto quizá esté relacionado con lo que he sido capaz de agradecerle a mi padre. Hoy le daré las gracias.»
Eiko se dio cuenta de que, mientras pensaba en todo esto, había oscurecido. De hecho, aquel día no había hecho apenas ninguna de las tareas de la casa.
Desde que había llamado a Yaguchi a las nueve de la mañana sólo había estado enfrentándose consigo misma.
«¿Qué prepararé para cenar?» Precisamente después de pensar esto, llegó Yuta.
—¡Mamá! ¿Me estás escuchando?
—¿Qué ocurre? ¿Hapasado algo positivo?
—¿Te acuerdas de Taiki ? Ayer Taiki me dio un golpe con el balón.
—¿Ah, sí? Taiki es el niño que más te molesta, ¿no?
— Pues ahora mismo, cuando ya regresaba a casa, Taiki ha venido al parque. Y se ha disculpado diciendo: «Perdona que siempre te moleste, eh».
—iAh sí! —Y mientras decía esto notaba como si estuviera ocurriendo un milagro. Le pareció que sin duda estaba relacionado con el hecho de haber hecho las paces sinceramente con su padre.
Eiko decidió que, en lugar de dedicarse a hacer la cena, prefería charlar con Yuta, así que la encargó. Mientras se esperaban le dijo:
—Lamento mucho haber estado metiéndome demasiado en tus cosas. A partir de ahora intentaré no meterme tanto en ellas. Y cuando necesites que te ayude no dudes en decírmelo.
¿De acuerdo? Porque confío en ti.
El rostro de Yuta mostraba una gran alegría, y dijo:
—De acuerdo. Gracias.
Como es natural, Yuta deseaba que confiara en él.
—¡Hoy es un gran día! Las cosas buenas vienen una tras otra —continuó Yuta. Eiko también estaba eufórica.
Poco después llegó la cena.
—Yo quiero esperar a papá para cenar, así que tú empieza a comer.
—¿Por qué? Si tú siempre comes antes.
—Hoy tengo ganas de cenar con papá. Papá trabaja mucho por nosotros y llega cansado a casa. Me sabe mal que tenga que comerse el arroz con pollo solo. ¿No te parece?
—¡Pues yo también quiero cenar con papá!
Será más divertido si comemos los tres juntos.
—¡Realmente eres un tesoro! Te pareces a papá.
—Realmente, estás rara. Pero si tú siempre te quejas de que papá es «poco delicado».
—¿Sí, eh? Mamá se equivocaba. Papá es amable, es un hombre fuerte... ¡Es un hombre entre los hombres!
—Sí, pero, si no estudias, sólo consigues un trabajo como el suyo.
—Lo siento, pero en esto mamá también se equivocaba. El trabajo de papá es un gran trabajo. Es útil a la gente. Además, es gracias a su trabajo que podemos comer. Tenemos que agradecérselo.
—¿De verdad piensas así, mamá?
—Sí, estoy segura.
El rostro de Yuta se volvió todavía más sonriente y feliz.
Los niños, en esencia, deben crecer sintiendo respeto por sus padres y utilizándolos como modelo.
Las palabras de Eiko daban ahora permiso a Yuta. «Puedo admirar a papá.» A Yuta esto es lo que le había puesto más contento.
Un rato después llegó su marido, y los tres juntos se comieron el arroz con pollo ya frío.
Quizá porque estaba contento de que le hubieran esperado, ese día su marido estaba especialmente de buen humor. Se comía el arroz frío diciendo: «¡Está delicioso!».
Yuta se durmió mientras su padre se bañaba.
Eiko empezó a darle las gracias interiormente mientras le miraba el rostro dormido.
Quizá fuera por la influencia de la palabra «gracias», pero del fondo de su corazón empezó a manar el sentimiento de gratitud.
«Yo que pensaba que estaba sufriendo por culpa de este niño, y, sin embargo, es gracias a él que me he dado cuenta de algo importante. Lo cierto es que quizá este niño me ha hecho de guía.»
Mientras pensaba esto, Yuta le parecía un ángel.
En un abrir y cerrar de ojos le saltaron las lágrimas. Sin duda, había sido un día de mucho llanto.
Un rato después sonó el teléfono. Era un fax.
Lo había enviado su madre, y decía:
Eiko:
Tu padre me lo ha contado.
Lloraba mientras me lo contaba.
A mí también me han entrado ganas de llorar de alegría.
Tu padre ha dicho: «De mis 70 años, éste ha sido el día más feliz».
A diferencia de lo habitual de cada noche, hoy durante la cena no ha querido beber nada. Ha dicho: «Si bebo me emborracharé y es una lástima no poder gozar de estos momentos de alegría».
¿Cuándo vendréis a visitarnos?
Nos hará mucha ilusión veros.
Mamá
«Papá, acostumbrado a beber cada noche, ¡hoy no ha bebido nada de nada!... Parece que mis palabras le han hecho realmente feliz. «Que hasta hoy mi padre no hubiera podido dejar de beber incluso cuando estaba enfermo debía ser como consecuencia de la tristeza?»
A Eiko le volvieron a saltar las lágrimas.
—¿Qué pasa? ¿Estás llorando? —le preguntó su marido, que acababa de salir del baño.
Eiko le contó todo lo que había sucedido durante el día.
Que había llamado a Yaguchi. Que había estado escribiendo en un papel las dificultades y los problemas con su padre. Que por la tarde había llamado a su padre y que habían hecho las paces...
—Así pues, ¿tu padre también ha llorado? —Su marido la escuchaba medio llorando.
También le contó que el amigo que maltrataba a Yuta se había disculpado.
—Ciertamente a veces pasan cosas curiosas, ¿verdad? No entiendo mucho los métodos de Yaguchi, pero me alegro porque parece que a ti te ha funcionado bien.
Después Eiko se disculpó llorando a su marido.
—Gracias. Te agradezco tanto todo lo que haces. Hoy he sentido de nuevo una gran admiración por ti. Y lamento mucho que hasta hoy no me haya dado suficiente cuenta de lo maravilloso que eres.
El marido de Eiko lloraba mientras la escuchaba.
Al día siguiente Eiko llamó a Yaguchi para contarle lo que había ocurrido y agradecérselo.
Parece ser que a primera hora de la mañana su marido también había llamado.
—Su marido también me ha llamado. Me alegro mucho de haber podido serles útil. Estoy impresionado por su valor y lo que ha hecho. Bien, a partir de ahora es muy importante que dedique un rato cada día para dar, en su corazón, cien veces gracias a su padre, a su marido y a su hijo Yuta. Me gustaría recomendarle que lea unos cuantos libros. Elegiré algunos de ellos y le enviaré los títulos por fax hoy mismo.
Ese día por la noche...
—¡Hola! —Era la alegre voz de Yuta llegando a casa.
—Hoy los niños de la clase me han invitado a jugar a béisbol. Me voy.
Yuta cogió el guante y se marchó corriendo. A Eiko se le humedecieron los ojos. Se le trabó la voz y no pudo ni decirle adiós.
FAX
Estimada Eiko Akiyama:
El espejo que es la vida nos hace ver lo que es importante, ¿No le parece? Me ha impresionado mucho su valor y osadía.
Quisiera sólo pedirle un favor.
Pienso que esta experiencia puede servir de ayuda a otras personas. Desearía que lo cuente, si se da el caso.
Con mis mejores deseos de amor, gratitud, y alegría para su vida.
A continuación le recomiendo algunos libros que puede utilizar como referencia.
-Ikikata (Vida), de Kazuo Inamori.
-As a Man Thinketh, de James Alien.
-Creatingthe Valué ofLife, de Fumihiko Iida.
-Forgiveness, de Gerald G. Jampolsky.
-Howto Conducían Orchestra, de Yoshiyuki Takagi.
-Cuaderno de cociente emocional para aumentar día a día la fuerza para alcanzar el éxito y la felicidad, de Yoshinori Noguchi.
Cómo traer felicidad a nuestra vida.
Epílogo
La vida es un espejo que refleja nuestro interior.
Gracias por leer este relato hasta el final. A pesar de tratarse de nombres y profesiones ficticias, está basado en personas y en hechos reales.
Cuando, ya hace cierto tiempo, hice pública esta historia en mi blog (“Coaching de cociente emocional para aumentar día a día la fuerza para alcanzar el éxito y la felicidad”) tuvo una repercusión sorprendente y recibí gran cantidad de correos electrónicos de los lectores.
«Hacía mucho que no lloraba tanto.» «Reuní fuerza para perdonar a quien no había podido perdonar durante años.» «Me ha invadido un fuerte sentimiento de agradecimiento.»
Recibí tantos mensajes repletos de agradecimiento y de sentimiento que yo también acabé sintiendo una gran emoción.
También hice copias de este relato y las repartí entre los asistentes de los cursos que imparto en empresas (cursos para mejorar el cociente emocional). El primer día del curso mandé como deberes leer el texto. Al día siguiente les pregunté su opinión.
El 90 % de los participantes había llorado o terminó con los ojos llorosos. Me di cuenta de que esta historia tiene algo que nos llega al corazón.
Hace falta decir que cada vez que lo releo yo también acabo con los ojos llorosos. Y cada vez que quiero juzgar los actos de alguien recuerdo esta historia y siento como si me purificara.
Ahora me alegro muchísimo de que esta historia haya sido publicada en formato de libro. Deseo que mucha más gente pueda conocer estos hechos.
¿Y usted? ¿Qué ha sentido al leer este relato?
Eiko estaba muy preocupada por su hijo, y sin saber cómo resolver el problema. Entonces Yaguchi le enseñó una ley muy sencilla que le daría la solución. Una ley que dice «la realidad de nuestra vida es el espejo que refleja nuestro corazón». Es «la ley del espejo».
Si nos llenamos el interior únicamente de insatisfacción, cada vez ocurrirán más acontecimientos que quieren expresar este descontento.
Y, al contrario, si tenemos el corazón siempre lleno de agradecimiento, ocurrirán más acontecimientos que nos harán sentir más agradecimiento.
«La vida es un espejo que refleja nuestro corazón.» Es decir que «ocurren acontecimientos que sintonizan exactamente con nuestro interior». O también se puede decir que «la causa que se halla en nuestro interior se hace realidad como efecto».
Esta ley tiene muchos puntos en común con la religión y la filosofía oriental tradicionales. Es una ley muy simple, pero que, si se conoce, nos enseña a controlar nuestra propia vida.
Mediante el coaching he asesorado a numerosos clientes para alcanzar sus objetivos y la realización personal, y durante estos años de experiencia he podido comprobar que esta ley funciona en todos los individuos sin ninguna excepción.
Utilizando esta ley, muchas personas han conseguido cambiar una situación actual adversa, y hacer realidad la situación deseada.
Al igual que cuando nos miramos en un espejo podemos conocer nuestra propia imagen, si miramos lo que nos pasa en la vida podremos conocer qué tenemos dentro del corazón.
Yaguchi, que conocía esta ley, cuando supo lo que le ocurría a Eiko, es decir que «su querido hijo era criticado por los compañeros», se dio cuenta de que «Eiko criticaba interiormente a alguien».
Por cierto, ¿qué hace usted cuando no le gusta su imagen reflejada en el espejo?
Por ejemplo, si se mira en el espejo y ve que está despeinado/a, ¿qué hace?
Por mucho que extienda la mano para arreglar los cabellos de su imagen en el espejo, ¿verdad que no lo conseguirá? Probablemente lo que hará será extender la mano hacia su cabeza y los arreglará.
De forma parecida, para resolver de raíz los problemas de la vida hace falta eliminar la causa que se halla en el propio corazón. Si no cambiamos nuestro interior, y únicamente esperamos que cambien los otros y las situaciones, no conseguiremos lo que deseamos.
En el caso de Eiko, cuando consiguió reconciliarse y sentir agradecimiento en su interior hacia su padre y su marido, el problema actual (la preocupación por su hijo) desapareció.
Cuando digo que «hace falta cambiar nuestro interior» no quiero decir que «no haga falta actuar en la realidad».
Por ejemplo, si alguien está siendo maltratado por otro, lo primero que se tiene que hacer es actuar para protegerse en la vida real. Pero, al mismo tiempo que se intenta hacer lo mejor posible en la vida real, es también importante ir cambiando lo que se tiene dentro del corazón.
Con el perdón se consigue la calma Vamos a reflexionar un poco sobre el «perdón ». Cuando pienso «No se lo puedo perdonar » significa que todavía vivo atado al pasado, que el corazón está repleto de rencor hacia alguna persona. En este caso, Eiko estaba atada a las palabras dichas por su padre en el pasado, y esto hacía que en su interior sintiera rencor hacia él. A pesar de que últimamente ya no pensara en su padre, en el fondo de su corazón seguía sintiendo reproche hacia él.
Si siento resentimiento hacia alguien y me digo que “¡no se lo puedo perdonar!”, no conseguiré nunca la paz interior. Estamos trastornados porque una fuerza extra está actuando sobre nosotros. Y si esta situación se prolonga se acabará convirtiendo en sufrimiento.
Ciertamente esto es una situación difícil. Yo también la he experimentado.
En este momento, nosotros tenemos dos opciones: «perdonar» o «no perdonar».
Si en el pasado resultamos heridos de la relación con alguien, podemos escoger «no perdonar».
En este caso significa que nos permitimos quedar anclados en el acontecimiento pasado. Y debido a esa situación pasada eliminamos la posibilidad de tener una vida llena de paz.
Por otro lado, tenemos también la opción de «perdonar». Si perdonamos, entonces tanto nuestro cuerpo como nuestro interior se calman y podemos relajarnos.
Nos liberamos del hechizo del pasado, y conseguimos paz y libertad de espíritu.
«Perdonar» no significa que damos el visto bueno a lo que nos han hecho, ni que lo pasamos por alto. Tampoco significa que tengamos paciencia a pesar de pensar que «él/ella tiene la culpa».
«Perdonar» significa que nos liberamos del pasado que nos ata, que dejamos de hacer reproches, y que escogemos la calma de los momentos presentes.
¿Y usted? ¿Siente en este momento resentimiento hacia alguien?
¿Estaría dispuesto a perdonar a esa persona con tal de conseguir una vida feliz para usted?
Debe tener en cuenta que perdonar a alguien es sólo para usted mismo/a. No es para nadie más.
Perdonémonos a nosotros mismos.
Probablemente haya quien piensa: «Me es imposible perdonar a tal persona».
En este caso, no se culpe, ni piense: «Soy un desastre porque no puedo perdonarle» o «Así no podré ser feliz », etc.
Tiene que comprender que le han herido, y antes será necesario que lo acepte. Quizá todavía no esté preparado/a. Es necesario que se acepte a sí mismo/a.
Primero uno se perdona a sí mismo. Esto es lo que en psicología se conoce como autoaceptación.
Primero aceptamos que nos han herido, y después nos autoperdonamos por no poder perdonar a tal persona. De este modo, conseguimos autoaceptarnos, y conseguimos el alivio que nos posibilitará perdonar.
Hace falta buscar también entre las propias creencias. Las creencias son las ideas que tenemos arraigadas en nuestro interior. En el libro Cuaderno de cociente emocional para aumentar día a día la fuerza para alcanzar el éxito y la felicidad (Nippon Jitsugyo Publishing) se comentan métodos para buscarlas y eliminarlas.
Por ejemplo, tener las ideas citadas a continuación frena el poder perdonar:
• Si perdonara, yo saldría perdiendo.
• El 100 % de la culpa de que yo lo haya pasado mal es suya. Yo no tengo
ninguna responsabilidad.
• Es más sencillo ser la víctima que aceptar la propia responsabilidad.
Tiene que pagar por lo que ha hecho.
El dolor no desaparecerá a menos que tome venganza.
Para protegerme a mí mismo/a no debo perdonarle.
La lista podría ser más larga, pero de momento piense si «estas ideas le
dejarán o no ser feliz».
Ocho pasos para conseguir perdonar
Ahora le indicaré ocho pasos para conseguir perdonar. Aquellas personas que hasta ahora no han conseguido perdonar a alguien, si lo ponen en práctica tendrán la posibilidad de dar un giro claramente favorable a su vida.
1. Haga una lista con aquellas personas a las que «no puede perdonar»
Escriba en una hoja de papel el nombre de aquellas personas sobre las que piensa: «Me sentiría mejor si pudiera perdonarle», «Me gustaría tanto poder hacer las paces con él/ella».
La relación con los padres es especialmente importante. Pregúntese si no le reprocha nada a su padre o su madre, y si realmente les está agradecido/a. Y si fuera el caso, escriba también sus nombres en la lista.
Si está casado/a, pregúnteselo también respecto a su pareja. Si está divorciado/o pregúntese si se ha reconciliado con su ex pareja.
Este paso sigue siendo válido incluso aunque aquella persona ya haya fallecido. Escriba también en la lista el nombre de todos aquellos a los que «no pueda perdonar», vivos o muertos.
Una vez elaborada la lista, escoja la persona con la que pondrá en práctica los «ocho pasos para conseguir perdonar».
2. Exprese sus sentimientos
Prepare varias hojas de papel y escriba sus sentimientos hacia aquella persona. Escriba los sentimientos que tenía en esos momentos, más que las situaciones concretas.
Si le aparecen sentimientos de ira, puede expresarlos con las palabrotas que se le ocurran: «imbécil», «desgraciado». No importa.
Si recuerda la tristeza y el dolor que sintió entonces, también puede escribirlo.
Escriba sus sentimientos tal como salgan. No va a leerlo nadie, así que no hace falta que haga cumplidos ni que se controle. Si le entran gañas de llorar, llore. Llore tanto como quiera, porque después se sentirá mejor.
Cuando crea que ya ha escrito todo lo que siente, pare y rompa el papel. Tírelo a la papelera.
3. Busque los motivos de aquellos actos
1. Escriba qué hizo aquella persona a la que «no puede perdonar».
2. Imagine y escriba los motivos que llevaron a aquella persona a actuar de
tal manera. Los motivos que hacen actuar a las personas se pueden
dividir a grandes rasgos, en dos tipos. «Querer sentir placer» y «Evitar
sentir dolor».
Piense en qué placer deseaba sentir aquella persona que le hizo actuar de
esa manera. O bien, en qué dolor pretendía evitar. Imagine las causas y
escríbalas.
3. Cuando acabe de escribir, no juzgue como «erróneos» los motivos, sino
que intente comprender la inmadurez, la torpeza, y la debilidad de aquella
persona. Los seres humanos cometemos errores frecuentemente. Por
ejemplo, hacemos algo pensando que nos hará sentir alegría, pero nos
termina haciendo sufrir. A veces, actuamos para evitarnos algún
sufrimiento,- pero lo único que conseguimos es más dolor. Esto demuestra
nuestra inmadurez, nuestra debilidad y lo torpes que somos. Debemos
comprender que los actos de los otros son a causa de su inmadurez,
su poca habilidad y su debilidad.
4. No debe pensar en si los actos de los otros eran correctos o equivocados,
es necesario que se centre en los motivos que los llevaron a actuar. Y diga
lo siguiente: «Al igual que yo lo puedo desear, él/ella también deseaba
sentir placer» o «Al igual que yo lo puedo desear, él/ella también deseaba
evitar sentir dolor».
4. Escriba aquello que puede agradecerle
Escriba todo lo que puede agradecer a aquella persona. Aunque parezca insignificante. Intente escribir tanto como pueda.
Aunque necesite mucho tiempo, intente recordar lo máximo posible.
5. Utilice la fuerza de las palabras
1. En primer lugar haga la siguiente declaración:
«Para mi propia felicidad, calma y libertad perdono a...».
2. A continuación repita «perdono a...». Si es posible, repítalo en voz alta.
Aunque sea en voz tan baja que no pueda oírlo nadie. No hace falta que lo
sienta en el corazón. Aunque los sentimientos le digan «Nó le puedo
perdonar», puede decirlo simulándolo.
Repítalo durante más de 10 minutos. En 10 minutos lo puede repetir entre cuatrocientas y quinientas veces. Y si es posible hágalo durante media hora. Este es un paso crucial.
En el caso de Eiko, Yaguchi se saltó este paso y le aconsejó llamar a su padre directamente.
Considérelo como un caso excepcional. Yaguchi conocía la situación personal de Eiko y decidió que eso era lo más adecuado. En general aconsejo realizar bien este paso y actuar después de aparecer el «sentimiento de agradecimiento».
6. Escriba aquello de lo que querría disculparse
Escriba aquello de lo que querría disculparse a esa persona, cuanto más mejor.
7. Escriba aquello que haya aprendido
Escriba lo que ha aprendido gracias a la relación con aquella persona.
Si piensa en «cómo hubiera sido mejor tratarme con aquella persona» quizá pueda darse cuenta o aprenda algo nuevo.
¿Cómo cree que podría haberse tratado con aquella persona para conseguir que los dos fueran más felices?
8. Declare “Le perdono”
Diga: «perdono a. . .».
Estos eran los «Ocho pasos para conseguir perdonar».
No importa si después de haber realizado los ocho pasos todavía le persiste el sentimiento de «no le puedo perdonar».
En este caso repita el apartado 2 del paso 5.
Repita «gracias... (el nombre de la persona)», mientras recuerda su cara.
Si es posible, repítalo cada día durante más de cinco minutos. Unos días después debería sentir un cambio.
Cómo hacer realidad una vida feliz
Si durante el proceso de realización de estos pasos ha sentido agradecimiento hacia aquella persona, ¿qué le parecería si le diera las gracias? Y si hubiera
pensado «me querría disculpar», ¿qué le parecería pasar a la acción antes que el sentimiento se desvanezca?
Gracias a lo que hizo, Eiko se liberó de la prisión que representaba el «no poder perdonar », y consiguió la libertad. Al igual que Eiko tuvo suficiente valor para actuar y esto le cambió la vida, pienso que sus actos llenos de valor también pueden cambiarle a usted la suya.
Si entre las personas incluidas en la lista de «No puedo perdonar» que ha escrito en el paso 1, se halla el nombre de su padre o su madre, es sobre todo necesario que realice todos los pasos.
Gracias a esto, la vida de muchas personas cambiará de forma increíblemente favorable. La relación que se tiene con los padres se refleja en muchas relaciones humanas, y le será muy beneficioso si se reconcilia de corazón con ellos.
Un día me comentaron: «Al igual que hizo Eiko, un día tuve el suficiente valor para dar las gracias a mis padres, pero no las aceptaron y me replicaron: «¡Y ahora qué nos dices!».
En este caso, lo más probable es que muchos se enfaden con sus padres. Si esperáis que vuestros padres reaccionen como el padre de Eiko, probablemente acabaréis más enfadados de lo que estabais. Cuando os disculpáis o dais las gracias, lo ideal es hacerlo sin esperar a que los otros cambien.
El objetivo es transmitirlo, aunque no sepáis si aquella persona lo aceptará o no. Si sois capaces de transmitirlo, ya es suficiente.
Si os rechazan, significa que aquella persona está muy dolida. Esto es su debilidad. Además, puede ser que, aunque os rechace abiertamente, vuestras palabras, en el fondo, le hagan sentir algo.
En todo caso querría que os valoraseis por el hecho de haber actuado. Y que os sintierais satisfechos por haber escogido perdonar. Por haber perdonado, dejáis de ser la víctima y volvéis a ser los responsables de vuestra propia vida. Deberíais sentiros orgullosos por esto.
No olvidéis las palabras (la «ley de lo inevitable ») de Yaguchi:
«Todos los problemas que surgen en la vida ocurren para hacernos dar cuenta de algo importante. Usted no tendrá nunca ningún problema que no pueda solucionar. Usted tiene la fuerza necesaria para resolver cualquier problema, el cual ocurre para que a través de su solución usted se dé cuenta de algo importante.»
Deseo que este libro le ayude a hacer realidad una vida feliz. Y me haría inmensamente feliz si con este libro usted pudiera ampliar el círculo de personas felices que le rodean.
Si mientras ha leído este libro se ha dado cuenta de algo o ha sentido alguna emoción, no dude a compartirlo con los que le rodean. Imagínese su cara de felicidad al compartirlo. Podría ser que sus actos acarrearan buena suerte, libertad y reconciliación con alguien.
¡Con mis mejores deseos para que haga amistades maravillosas!
Espero que se amplíe el círculo de personas felices a su alrededor.
Y deseo que la tierra se llene de buenos sentimientos y de agradecimiento.

sábado, 27 de julio de 2013

Carta de un Hombre a las Mujeres

Queridas amigas:

Nos importa un carajo cuanto pesan.
Es fascinante tocar, abrazar y acariciar el cuerpo de una mujer.
Pesarla, no nos proporciona ningún efecto!!

No tenemos la menor idea de lo que es un talle.
Nuestra evaluación es visual. Es decir, si tiene forma de guitarra, está buena.
No nos importa cuánto mide en centímetros.
Es una cuestión de proporción, no de medida.

Las proporciones ideales del cuerpo de una mujer son: Curvilíneas, pulposas, femeninas…
Esa clase de cuerpo que de un solo golpe de vista uno identifica sin duda alguna y en una fracción de segundo.

Las flaquitas que desfilan en las pasarelas, siguen la tendencia diseñada. Sus modas son, lisa y llanamente, agresiones al cuerpo que odian porque no pueden tener.

No hay belleza más irresistible en la mujer que la feminidad y la dulzura. La elegancia y el buen trato, son equivalentes a mil Viagras.

El maquillaje se inventó para que las mujeres lo usen. Úsenlo. Para andar a cara lavada, estamos nosotros.

Las faldas se inventaron para que luzcan sus magníficas piernas. ¿Para qué carajo se las tapan con pantalones anchos? ¿Para que las confundan con nosotros?

Una ola es una ola, las caderas son caderas y punto.

Si la naturaleza les dio ese aspecto curvilíneo, es por algo y reitero: a nosotros nos gustan así.

Ocultar esas curvas, es equivalente a tener tu mejor sillón embalado en el sótano.

Entendámoslo de una vez, traten de gustarnos a nosotros, no a ustedes, porque nunca van a tener una referencia objetiva de cuán lindas son de mujer a mujer. Ninguna mujer va a reconocer jamás delante de un tipo que otra mujer está linda.

Las jovencitas son lindas…
Pero las de 40 para arriba, son el verdadero plato fuerte.

El cuerpo cambia. Crece.
Una mujer de 40 o de 50 años, a la que le entra la ropa de cuando tenía 20 o 25 años, o tiene problemas de desarrollo, o se está autodestruyendo.

Nos gustan las mujeres que saben manejar su vida con equilibrio y saben manejar su natural tendencia a la culpa.

O sea: la que cuando hay que comer, come con ganas
(la dieta vendrá en septiembre, no antes);
cuando hay que hacer dieta, hace dieta con ganas
(no se sabotea ni sufre);
cuando hay que tener intimidad de pareja, la tiene con ganas; cuando hay que comprar algo que le gusta, lo compra; cuando hay que ahorrar, ahorra.

Algunas líneas en la cara, algunos puntos de sutura en el vientre, algunas marcas de estrías, no les quitan su belleza. Son heridas de guerra, testimonio de que han hecho algo con sus vidas, no han estado años en formol ni en un spa. ¡Han vivido!

El cuerpo de la mujer es la prueba de que Dios existe. Es el sagrado recinto donde nos gestaron a todos, donde nos alimentaron, nos acunaron, que nosotros sin querer las llenamos de estrías, y demás cosas que tuvieron que ocurrir para que estemos vivos.

Cuídenlo. Cuídense. Quiéranse.
La belleza es todo eso, Todo junto.

Firma = los hombres
Este escrito me lo encontré en la red en un muro de Facebook, me agrado mucho aunque yo no piense todo lo que el creo que contiene muchas cosas ciertas para mi en cuanto a las mujeres hermosas de este mundo

sábado, 25 de mayo de 2013

Datos a mi favor sobre el Tequila



La Universidad Autónoma de Guadalajara ha hecho estudios en los que se demuestra que el tequila es terapéutico y un buen relajante. Se sabe que con moderación reduce los niveles de colesterol en la sangre y ayuda a disolver las grasas. Es una bebida con bajo nivel de carbohidratos, no engorda ni afecta las arterias del organismo siempre y cuando se tome con responsabilidad.
Otros estudios han demostrado que el agave contiene un polisacárido útil para elaborar micro-esferas que podrían transportar de forma segura al colon la sustancia activa de medicamentos para combatir males que afectan este órgano, también se ha encontrado que la “fructana del agave” promueve el crecimiento de la flora intestinal, ayuda a absorber el calcio y regula la absorción de lípidos.
Cuenta la leyenda que el tequila nació cuando indígenas de Jalisco se refugiaron en una cueva a causa de una tormenta, un rayo cayó sobre unas plantas (Agave tequilana) y éstas ardieron varias horas; cuando la tormenta pasó el viento llevó con él un aroma agradable. Uno de los indígenas tomó un pedazo de agave quemado y lo probó, su sabor era dulce y así descubrieron la utilidad de la planta, más tarde otro indígena olvidó el jugo del agave durante varios días, cuando lo observó nuevamente descubrió que del jugo salían pequeñas burbujas blancas que formaban una espuma blanca y espesa, lo probó y notó que su sabor era diferente y enriquecido , la bebida motivó en el indígena un cambio en su personalidad: mucho más relajado y alegre.
Más adelante los españoles decidieron destilar la bebida para purificarla y obtener el líquido. Hoy en día para llamarse tequila la bebida debe estar elaborada en México y contener al menos un 51% de agave azul. Los tequilas más puros contienen 100% de agave. El nombre de “Tequila” es una denominación de origen controlado, reconocida internacionalmente y que designa el licor de agave elaborado en regiones determinadas de México, en las inmediaciones de Tequila, Amatitán y otros municipios de Jalisco.
tequila2
Y me encontré por ahí esta sabiduría popular que nos habla de las propiedades más conocidas y comprobadas: Quita la angustia, extingue la culpa, suelta la lengua, afloja el calcetín ó la media, lima asperezas, arregla corazones rotos, acerca amigos, elimina la timidez, afina la voz, da calor, hace amigos, cierra tratos, abre puertas, acorta las esperas, cura la tristeza, aumenta la alegría, mejora la digestión y mata las lombrices.
Informacion recabada en: Yahoo

miércoles, 22 de mayo de 2013

miércoles, 8 de mayo de 2013

Mayor Felicidad



Desde hace varios años Tal Ben-Shahar dicta el curso “Mayor felicidad” que, a pesar de ser electivo, atrae a 1.400 alumnos por semestre.
La felicidad es el anhelo de cualquier persona, pero muchas veces no se sabe cómo alcanzarla. Por esto, la Universidad de Harvard diseñó un curso que ayuda a conseguir ese estado, cátedra que se ha convertido en una de las más populares de esa prestigiosa casa de estudios.
La clase se llama “Mayor felicidad” y es dictada por Tal Ben-Shahar, un israelí experto en psicología positiva. A pesar de ser un curso electivo, cada semestre 1.400 alumnos de diferentes carreras se inscriben en él.
La cátedra está fundamentada en encuestas y estudios de campo sobre las características y componentes que permiten vivir felizmente. En ella Ben-Shahar, también conocido como el gurú de la felicidad, entrega 15 consejos que contribuyen a alcanzarla. Son tips bastante sencillos y fáciles de seguir. Aquí están:
TIP 1
Practica algún ejercicio:
Caminar, ir al gym, yoga, natación etc). Los expertos aseguran que hacer ejercicio es igual de bueno ó mejor que tomar un antidepresivo para mejorar el ánimo, 30 minutos de ejercicio es el mejor antídoto contra la tristeza y el estrés.
TIP 2
Desayuna: Algunas personas se saltan el desayuno porque no tienen tiempo o porque no quieren engordar. Estudios demuestran que desayunar te ayuda a tener energía, a pensar y a desempeñar exitosamente tus actividades.
TIP 3
Agradece a la vida todo lo bueno que tienes: Escribe en un papel 10 cosas que tienes en tu vida que te dan felicidad. Cuando hacemos una lista de gratitud, nos obligamos a enfocarnos en cosas buenas.
TIP 4
Se asertivo: Pide lo que quieras, y di lo que piensas. Está demostrado que ser asertivo ayuda a mejorar tu autoestima. Ser dejado y aguantar en silencio todo lo que te digan y hagan, genera tristeza y desesperanza.
TIP 5
Gasta tu dinero en experiencias, no en cosas: Un estudio descubrió que el 75% de personas se sentían más felices cuando invertían su dinero en viajes, cursos y clases; mientras que sólo el 34% dijo sentirse más feliz cuando compraba cosas.
TIP 6
Enfrenta tus retos: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Estudios demuestran que cuanto más postergas algo que sabes que tienes que hacer, más ansiedad y tensión te generas. Escribe pequeñas listas semanales de tareas a cumplir y cúmplelas.
TIP 7
Pega recuerdos: Frases y fotos de tus seres queridos por todos lados. Llena tu refrigerador, tu computadora, tu escritorio, tu cuarto….TU VIDA de recuerdos bonitos.
TIP 8
Siempre saluda y sé amable con otras personas: Mas de cien investigaciones afirman que tan solo sonreír cambia el estado de ánimo.
TIP 9
Usa zapatos que te queden cómodos: “Si te duelen los pies te pones de malas” asegura el Dr. Keinth Wapner presidente de la Asociación Americana de Ortopedia.
TIP 10
Cuida tu postura: Caminar derecho con los hombros ligeramente hacia atrás y la vista hacia enfrente ayuda a mantener un buen estado de ánimo.
TIP 11
Escucha música: Está comprobado que escuchar música te despierta deseos de cantar y bailar, esto te va a alegrar la vida.
TIP 12
Lo que te comes tiene un impacto importante en tu estado de ánimo:
a) Comer algo ligero cada 3-4 horas mantiene los niveles de glucosa estables, no te brinques comidas.
b) Evita el exceso de harinas blancas y el azúcar.
c) COME DE TODO !
d) Varía tus alimentos.
TIP 13
Siéntete Guapo:
El 41% de la gente dicen que se sienten más felices cuando piensan que se ven bien. No seas ni te veas fodongo ¡ Arréglate y ponte guapo !
TIP 14
Disfruta lo que haces:
Está comprobado que, no es hacer lo que quieres lo que trae felicidad al ser humano, si no querer y disfrutar lo que uno hace; de lo contrario te estarías suicidando en abonos.
TIP 15
No te distancies de Dios:
Religiosidad no es sinónimo de Espiritualidad, no te olvides de tu origen divino y mantente en contacto con Dios, y descubre que solamente debes alinear tu mente y dejar que tus actos sean guiados por Él.
RELATIVAMENTE FÁCIL Y AL ACCESO DE TODOS, ¿NO LO CREES ASI?

viernes, 26 de abril de 2013

10 cosas que tal vez no sabías que se podían hacer con Google.


Tanto para ahorrar tiempo como para hacer más eficientes las búsquedas y realizar acciones que a diario sólo ejecutamos con otros servicios, son muchas las opciones adicionales que brinda Google en su buscador. Sin embargo, son tan potentes como poco conocidas, razón por la que en Hongkiat se han dado a la tarea de recopilar algunas de las mejores, y aquí están:





1. Encontrar páginas relacionadas:



Tienes que investigar sobre determinado tema y necesitas recursos, en este caso enlaces, para empezar a informarte. Has encontrado una buena página pero necesitas muchas más y que se parezcan para contrastar la información recogida. Pues bien, escribiendo“related:http://paginadereferencia.com” en el buscador, podrás conseguir sitios de la misma temática que la de la página de referencia.



2. Conseguir definiciones de palabras:



Más de una vez te habrás encontrado con un concepto o una palabra extraña en una conversación pero por evitar la molestia de buscar en un diccionario físico o digital, prescindes de buscar su significado. Con Google puedes hacerlo sólo escribiendo “define:palabra”, cambiando lo de “palabra” con la frase o concepto que buscas. Al instante tendrás un listado con resultados de definiciones y sinónimos generalmente proveídos por Wikipedia, Yahoo! Respuestas, Dictionary.com y hasta el portal de la RAE.



3. Buscar cines cercanos y horarios de películas:



Para conocer la cartelera completa, los cines cercanos a tu ubicación (con mapas) y el horario de las funciones, puedes ahorrarte un buen tiempo escribiendo sólo “peliculas ciudad”, cambiando lo de “ciudad” por tu ciudad. Google mostrará como primer resultado su espacio de Google.com/movies donde se recoge toda esa información de una forma ordenada y actualizada.



4. Calcular y graficar:







El cajón de búsqueda de Google también es una poderosa calculadora que permite resolver desde las más sencillas operaciones de multiplicación y división hasta complejas ecuaciones y evaluaciones de funciones trigonométricas. Lo mejor de todo es que ahora genera hasta gráficas interactivas. Respecto a los argumentos a ingresar, sólo es necesario escribir la expresión como se haría en otra calculadora “2375.15*435+(13*45)” y pulsar Enter. Para la relación de la imagen he utilizado “sqrt(cos(x))*cos(300x)+sqrt(abs(x))-0.7)*(4-x*x)^0.01, sqrt(6-x^2), -sqrt(6-x^2) from -4.5 to 4.5″.



5. Convertir unidades de medida:



La calculadora también cuenta con opciones para convertir unidades como las de peso, temperatura y longitud (kilómetros a millas, grados centigrados a Farenheit, gramos a libras, etc.) con sólo escribir algo como “15 pulgadas a cm“. Un pequeño detalles es que puede ser necesario conocer la nomenclatura, por ejemplo que nanómetros se abrevia como “nm”.



6. Convertir divisas:



Y como si fuera poco también permite convertir valores entre monedas de distintas nacionalidades, pero con la interesante característica que lo con los valores actuales de cada divisa gracias a que se basa en la información de varios populares sitios de finanzas y datos económicos. Lo mejor es lo fácil que es ingresar los cálculos: “1540 dólares a euros“, o incluso si se conocen correctamente, con las abreviaturas monetarias (por ejemplo “578 GBP a MXP” para pasar libras esterlinas a pesos mexicanos).



7. Traducir instantáneamente:



Si quieres una traducción rápida entre idiomas poco comunes puedes ahorrarte lo de abrir el sitio de Google Translate en una nueva pestaña y configurar el idioma de entrada y de salida. Para esto bastará usar las palabras “translate“ y “to”, y escribir la palabra o frase a traducir. Por ejemplo, si quisieras conocer como se dice “carro gris” en japonés, tendrías que escribir “translate carro gris to japonés.”



8. Encontrar tiendas cercanas:



Puedes encontrar todo tipo de establecimientos cercanos (con mapas e imágenes del lugar), especialmente restaurantes y bares registrados en directorios online como el de Google Shopping, buscándolos por su tipo o por su nombre. Un ejemplo sería “pizza hut en Barcelona”. Para filtrar la búsqueda puedes indicar incluso tu código postal.



9. Conocer la hora y el clima:



Seguramente habrás necesitado el algún momento conocer la hora y el clima de otro país, o mucho más frecuente, conocer la hora exacta de tu ciudad -cuando dejaste el reloj o el móvil se descuadró-. De nuevo Google y su omnisciencia nos proveen de una útil herramienta que mostrará dicha información sobre cualquier lugar de la tierra con sólo indicar su nombre y el ítem en cuestión. Por ejemplo: “lima hora”, para conocer la hora en Lima y “lima tiempo” para conocer las predicciones metereológicas.



10. Ver el historial de búsquedas en Google:



“Consultar y administrar tu actividad de Internet, descubrir patrones interesantes de tu actividad en Internet y obtener los resultados de búsqueda más relevantes.” Esas son las funciones de la herramienta de Historial Web que Google pone a disposición de cualquiera en Google.com/history. Es algo que se puede desactivar para quienes les preocupa la privacidad, pero mientras esté activo llevará un detallado registro de las búsquedas hechas y los horarios, lo que, además de mostrar acciones pasadas útiles por ejemplo para recordar una página visitada, personaliza aún más los resultados que cada usuario obtiene.

Información obtenida de:  Juan David Quiñnez.