viernes, 29 de noviembre de 2013

Discurso completo de Shimon Peres en su homenaje

Estoy realmente emocionado, ver esta noche tantos amigos, muchos de ellos han estado a mi lado, y yo estuve junto a ellos. Juntos hicimos un largo camino y emocionante.
Yo sé que han venido aquí a Jerusalén, de todas partes del mundo, y desde diferentes puntos del país, para hacer tributo a mí, a nuestro pueblo al Estado de Israel y para el “tikun olam”, para tener un mundo mejor. Muchas Gracias.
(…) los capítulos de mi vida acompañan la historia de la creación y la construcción del Estado de Israel, se me dio el gran honor de servir para este Estado, de participar en la construcción de su fuerza, de perseguir la paz, que es el pilar de nuestras almas.
Las décadas en la que soy un hombre público, me enseñaron una moraleja central: para servir fielmente a tu pueblo, tienes que adherirte a ti una brújula ética, cuyos principios sean claros y precisos. Cuando llega la noche, hay que resumir los errores del día; cuando nace el sol, no hay que olvidar lo que soñamos durante la noche.
Aprendí que el sueño, es el principio de un mañana mejor. Esta es también la esencia del congreso que abrimos esta noche: convertir el sueño sobre el mañana en un programa para hoy.
De mi mamá Sara aprendí a amar a los libros, de mi padre Itzjak, aprendí a honrar el trabajo duro.
Mis padres creían que tanto la ignorancia como la vagancia, son pecados.
De Sonia, el amor de mi vida, aprendí el significado del amor. En sus ojos, un profundo amor, carente de amor propio, ella era toda amor al prójimo.
(…)
Envidiaba de Sonia su fuerza e inmunidad, su modestia. Juntos, con mucho amor, construimos nuestro tesoro compartido, tres hijos, ocho nietos y tres bisnietos. ( Para suerte de ellos, heredaron los genes de ella, no los míos).
Amigos, el camino de mi vida es el largo camino que va desde Vishneva, lugar donde nací, a Israel, lugar en el que viví como una persona joven y llena de sueños. Es el camino que se encuentra entre mi abuelo y David Ben Gurión, dos personalidades que me impregnaron el sello más profundo hasta hoy día.
Mi abuelo tan querido, el Rab. Tzví Meltzer, hombre de la Ieshivá “Slabodka”, fue asesinado por los nazis. Él me enseñaba “guemará” durante el día, y Tolstoi por las noches. El diseñó mi vida, cuando yo fui niño.
Por otro lado, David Ben Gurión, el fundador del Estado de Israel, de los judíos más grandes que he conocido. Él me enseñó la centralidad de la visión en el diseño de la realidad. Él siempre decía: la consideración ética es la consideración más inteligente de las consideraciones humanas. Él me enseñó que no hay cosa más responsable que tomar riesgos hoy, para obtener una oportunidad para el mañana. Su inteligencia política, firmeza corajuda, su capacidad para tomar decisiones difíciles, enfrentarse a ellas como una piedra, configuraron una realidad que parecía imposible de lograr, y que cambiaron las bases del pueblo judío.
Queridos amigos, en mi niñez, Israel era más leyenda que realidad. Ella surgió de un sueño, nació, y hoy es más grande que el sueño que fue.
Desde el caos del Holocausto, nos levantamos hacia las colinas, que están por encima de los límites que la historia conoció. No fue de la noche ala mañana, fue un largo y pesado camino lleno de sangre. Tuvimos que pasar siete guerras y nos enfrentamos a todas. Gracias al heroísmo de nuestros hijos e hijas, de nuestros soldados de Tzahal, y gracias a los padres que los educaron.
Juntamos diásporas de todos los extremos del mundo, y nos conformamos en un pueblo. Construimos una democracia vigorosa y una sociedad de múltiples matices. Construimos a Israel como centro mundial de alta tecnología, ciencia y creatividad. De una poco noble tierra, creamos oasis inspiradores. El Estado de Israel demostró siempre que la abundancia escondida en el hombre, descubre los tesoros escondidos en la tierra.
Yo amo este país. El aroma de los higos maduros en el árbol de mi jardín, me despierta cierta magia. Así también lo hacen las aguas de Río Jordán, y el silencio de las noches del desierto del Neguev.
En cada encuentro con ciudadanos a lo largo y a lo ancho del país, yo me enorgullezco por su fuerza, su capacidad, su espiritualidad, su fe, y su voluntad por dar.
Estoy enamorado de mi pueblo, que saben ser efervescentes y también temperamentales. A veces, sus palabras no son una demostración de diplomacia, pero a su vez, su inteligencia y creatividad, su valentía y su bondad, su generosidad y calidez, pueden derretir cualquier glaciar.
El israelí que insulta porque lo pasaste en la ruta no como se debe, es el mismo israelí que en el campo de batalla, estará listo a dar su alma para defender a su país, salvar su vida y la de los demás.
El trabajo, aún no ha terminado. Llegamos a la tierra prometida, ahora la tenemos que convertir en una tierra que prometa. En un estado ejemplar.
Israel es pequeña en territorio, pero puede ser grande en justicia e integridad, un país en el que ninguna persona este hambrienta de pan, un país en el que todos sus niños y niñas reciban una educación de calidad, desde la temprana infancia y durante toda su vida. Un país en el que gobierne la mayoría elegida, y sus minorías gocen de plenos derechos. Un país en el que haya lugar para diferentes ideas y no haya, y está prohibido que haya, lugar para cualquier tipo de discriminación: religiosa, nacional, étnica, o de género. Una sociedad que respete a sus más débiles, y que se preocupe por los extranjeros, por el huérfano y la viuda, por el anciano y por el enfermo. Un país de responsabilidad del uno por el otro, y tolerancia por el otro. Un país que no perdone la violencia, la corrupción, el vandalismo.
Estimado público, somos los hijos de un antiguo pueblo. Un pueblo que supo del sufrimiento y soportó el castigo, más que cualquier otro pueblo. Nos rebelamos ante la idolatría. Preferimos rezar a un solo Dios invisible, que clama por la justicia y la verdad, igualdad social y libertad.
Soy feliz de ser parte de un pueblo que no se conforma. La disconformidad es compromiso para reparar.
Yo miro desde el punto en donde empezamos, al alto lugar donde llegamos. Y pienso en mi corazón: ser optimista, es tan lógico, tan factible.
Yo creo que Israel puede seguir subiendo y creciendo, si toma las decisiones que se deben tomar.
Si nosotros aspiramos cierta e ingenuamente ser el pueblo elegido, un pueblo que da de sí, nosotros queremos paz con nuestros vecinos.
El ayer entre nosotros y los palestinos está lleno de tristeza. Yo creo que Israel del mañana y Palestina del mañana, pueden dar a nuestros hijos luz y esperanza.
El avance de la paz completará el camino de Israel hacia su visión básica, que es un estado ejemplar, ético y fructífero. Un país que vive en paz y seguridad dentro de su casa y con sus vecinos.
Estimados amigos, a veces en tu niñez escuchas una frase que queda en tu corazón, y que te acompaña todos los días de tu vida. Así, durante mi niñez, le preguntaba a mi querido abuelo Rab Tzvi Meltzer, ¿cuál es la frase correcta para que el hombre lleve consigo en su corazón? Y él cito en mi oído del libro de Salmos (Tehilim), Capítulo 34: “¿Quién es el hombre que ama la vida, deseoso de días para gozar de bienes? Guarda tu lengua del mal, tus labios de decir mentira; apártate del mal y obra el bien, busca y persigue la paz”.
Recemos juntos para un mañana de paz para todos los pueblos, para todos los jóvenes, para el futuro de nuestros hijos.
Les agradezco a todos con amor y optimismo.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Carta a la vida de Gabriel García Marquez

Gabriel García Márquez se ha retirado de la vida pública por razones de Salud: cáncer linfático. Ahora, parece, que es cada vez más grave. Ha enviado una carta de despedida a sus amigos. Les recomiendo su lectura, porque es verdaderamente conmovedor este corto texto escrito por uno de los latinoamericanos más brillantes de los últimos tiempos. Dice así: “Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres…. He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”, “por favor” , “gracias” y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan." Gabriel García Márquez