Nuevamente hablando de certeza es algo que hoy me ocupa, la vida permanentemente te enfrenta a poder contar con ella. Elegir bien la profesión que ejerceremos, saber si escoges a la pareja adecuada, aplicar para el trabajo que quieres desarrollar, conocer si es el momento de construir una familia, cuantos hijos tener, en que invertir y tal vez la mas importante mantener la fe de podernos reunir con los seres amados al pasar el plano de esta vida terrenal, lo cual da por ende que creemos en la existencia de un ser supremo.
Y digo que puede ser la mas importante ya que espiritualmente nos da la fuerza intrínseca y la resilencia para caminar por esta vida ocupándonos por ser felices en ella, sin la desesperanza de un termino impostergable o un adiós definitivo. Durante mi vida me he desarrollado dentro de la fe católica en la cual sin entrar en polémicas de instituciones eclesiásticas he encontrado las directrices por las cuales normo mi proceder.
Creer en un Ser Supremo y creer en una vida posterior a la terrenal es un Dogma de Fe, o así nos lo enseñan desde pequeños, este paradigma no ha sido un lastre o motivación tajante que en lo particular haya definido mi proceder en todo momento, mas bien un convencimiento interno de lo que es bueno y malo, del reconocer donde empieza mi libertad de ser y comienza la de otros, el amor a los que me rodean, la sensibilidad con nuestro alrededor, y mi afán por ser feliz es mi mejor pauta de comportamiento.
En este camino de constantes cambios la vida misma ha puesto ante mi la certeza de que las despedidas son solo un hasta luego, señal que desde joven me llego en un himno que me hacia reflexionar y sensibilizarme a ello. Pero a través de una experiencia muy grata se me ha confirmado que la luz que nos ilumina jamas se extingue, que los seres que amamos jamas nos abandonan y que tampoco nosotros los abandonamos, tal vez si yo contara de que específicamente se trata de lo que estoy hablando sería una historia mas de las que ya conocemos, y ante la necesidad de poder transmitirla de todas maneras quiero que sea a partir de mi ser y no de la narrativa de la misma solamente, al que que la quiera conocer siempre tendrá un momento de mi parte para compartirla.
Testimonio doy de que somos vecinos de este mundo por un tiempo y del universo por la eternidad, que para que eso ocurra solo puede ser posible por el amor infinito de un ser supremo, que sigamos llorando la partida pero seguros del reencuentro. Vivamos con la certeza que tenemos que ser felices por que eso también se hereda.
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